jueves, 25 de julio de 2013

El Beso de lo Oscuro: Prólogo.

 La puerta se cerró tras de él, dejando a Vanessa sola con sus lágrimas. La joven tenía las palabras del policía clavadas en su mente como agujas: <<¿Es usted la señorita Vanessa Amiriota?>> Un sí por parte de ella. <<Lamento comunicarle que sus padres han muerto>> El caballero la consoló todo lo que pudo, le dijo que sería ingresada en un orfanato al día siguiente, giró sobre sus talones y se fue. Vanessa se quedó mirando la puerta sin saber qué hacer. Sus piernas flaquearon y sintió cómo su cuerpo caía al suelo de rodillas. Sus padres… Margaret y Roberto… Recordó a su madre, alta y rubia; delgada y con los ojos verdes. Y a su padre, alto también, con el pelo casi negro, robusto y los ojos marrones. Ella entera temblaba. Lo último que les había dicho era que los odiaba, ya ni recordaba porqué. Se levantó lentamente, tratando de no caer. Fue al espejo y se miró, como tantas otras veces había hecho, pero con ojos distintos. Pudo ver a su madre en las largas piernas y el pecho redondo. En sus caderas onduladas y en sus ojos grandes y verdes. Y a su padre en el cabello castaño, en la forma de mirar, la línea de sus labios y el lunar que compartían en la cadera derecha. El corazón la martilleaba con fuerza y le costaba respirar. Se alejó del espejo y se acercó a la estantería de su padre. Era una de las muchas que tenía Roberto en su casa, ya que le fascinaba leer. Se agachó y de la penúltima rendija sacó un enorme volumen que abrió. Las lágrimas volvieron a acudir cuando vio la foto familiar de sus padres, ella y su hermano mayor.
Él había muerto tres años atrás en un atentado terrorista. Ya no le quedaba nadie. Cerró el álbum de fotos y lo apretó contra su pecho. Fue en dirección a la habitación de sus padres, abrió la puerta y entró. La cama de matrimonio estaba hecha, pero sus padres no volverían a ocuparla. Se tumbó en el lecho, abrazada aún al libro y quedó dormida, cubierta por perlas saladas.

En el sueño vio, como tantas otras veces a su hermano cerca de un Ford Mustang GT azul. Trató de gritarle que se alejara de aquel coche, que corriera, pero las palabras no salían de sus labios. Tenía las piernas pegadas al suelo y no podía moverse. Vio el vehículo explotar en mil pedazos, llevándose  a Derek  por los aires.
Los ojos se le llenaron de lágrimas e intentó ir hacia el cuerpo del joven, pero le era imposible moverse.
Miró hacia abajo para descubrir brazos enterrados en la sangrienta tierra del descampado. Brazos sin cuerpo que la agarraban por los tobillos y trataban de hacerla tropezar.
Entonces los ángeles cayeron. Cinco ángeles con las túnicas de diferentes colores. Uno tenía las ropas de un marrón claro, como la arena de la playa. Otro vestía de celeste y otro de negro. El cuarto era seda blanca y el último de azul pálido, como el hielo. Le dolía la espalda y cuando se miró a si misma, se había convertido en uno de ellos… En un ángel con la túnica roja como las llamas. El último que había caído, el de azul pálido, se acercó a Vanessa. Ella no podía ver su rostro, pero sí su mano tendida hacia ella, como su intentara ayudarla a levantarse.
-Somos la nueva generación de guardianes. Los nuevos Ángeles de La Tierra. Cada uno de nosotros domina un elemento. Pronto conocerás el tuyo.
El ente desapareció dando un salto que lo elevó por el cielo hasta que ya no se lo vio. Lo mismo hicieron sus compañeros cuando tan solo era un punto azul entre las nubes y Vanessa sintió las piernas desgarradas por las manos que trataban de introducirla en el submundo de Lucifer. Ella miró sus enormes alas y trató de alejarse, sintiendo las uñas en su piel como lava fundida y la sangre corriendo como un diminuto río de sus heridas.
Y la sujetaban, y tiraban de Vanessa hacia abajo. Y entre las manos vio dos pares conocidas… Las alianzas de sus padres en el dedo anular de cada uno.

Se removió en el sueño, tratando de alejarse de las manos, de ser libre, de volar con sus compañeros, pero la sangrienta tierra ya le llegaba por las rodillas y seguía bajando más… cada vez más…

El Fantasma del Vallmont: Prólogo.


Virginia era una chica normal, con su cabello rojo enmarañado y rizado. Nunca había sentido especial atracción hacia el sexo opuesto. Tenía uno grandes y luminosos ojos verdes. Pero todo cambió el siete de septiembre de 1995. En la fila para entrar en clase, lo vio. Era un chico alto y moreno, con los ojos azules, o verdes, o grises
En realidad, sus ojos cambiaban de color en muchas ocasiones. En clase, al principio de clase, sus ojos eran de un verde mar, en medio de la explicación del profesor, tenían un tono gris como una nube a punto de descargar su furia sobre la tierra, dejando un aroma dulzón. Y al final, cuando el timbre tocaba, sus ojos azules eran como el Mar Pacífico. Oscuros y enigmáticos.
Sí, se podría decir que ella estaba enamorada de ese chico, pero no era correspondido. Era algo que podía ver. Se quedaba en el patio, mirándolo desde lejos. Un día, el último día que se verían, ese curso, decidió confesarlo todo. A pesar de que era verano, las nubes oscuras auguraban lo peor, la tormenta física y el dolor que Virginia sentiría.
Se vio rechazada y humillada, pues en los cursos siguientes, él le pedía hacer cosas que ella, cabizbaja, cumplía. Incluso cuando él quería salir con una chica, era ella quien debía decirle a la joven las intenciones de su amado.
Sus compañeros eran crueles, sus comentarios dolientes, directos para dañar. Hubo un momento en que ya no pudo más. Sus ojos solo lloraban en as noches, con el corazón roto. No soportaba ya lo que sus compañeros le hacían, hiriéndola, matándola por dentro. Sin ningún amigo en el mundo. Estaba cansada, ya apenas podía levantarse de su cama sin que las piernas les flaquearan. Comenzó a idear un plan para poner fin a su dolor.
Cogió una cuerda y la metió a su mochila, hizo una pequeña carta a sus padres, y otra para el joven que le había llevado a la perdición.
Dejó la destinada a su familia sobre la cama de sus progenitores, y la otra, la introdujo bajo  la puerta del único culpable. Subió a la azotea de su bloque de pisos, donde ella vivía. Ató la cuerda a una viga saliente y saltó, quedando así, su cuello roto.
Cuando el muchacho se enteró, supo que había sido su culpa. Se le encontró en su cuarto, con el corazón perforado con un cuchillo. Extrañamente, no se pudieron encontrar huellas.

 El edificio donde se suicidó Virginia entró en quiebra, por lo que tuvieron que vender el terreno. A los diez años, se derruyó el edificio y se comenzó a construir un colegio. Se dice, que en la nota que Virginia le escribió al chico, ponía que la historia se volvería a repetir. Las chicas del nuevo colegio, murmuran que si llamas tres veces el nombre de la fallecida en el baño del vestuario femenino, podía observarse, de repente, sin previo aviso, en un hueco en el techo, dos luces rojas, con apariencia de ojos, y el contorno de un cuchillo ensangrentado. Que se oyen lamentos, el sonido de un corazón al pararse, y, al final, una cuerda tensarse. La historia volvería a repetirse, había augurado Virginia. ¿Sería cierto?

Comenzando:

Hola, queridos lectores.
Mi nombre es Paula Blas, y soy escritora.
He decidido que es el momento de mostrarle al mundo mis manuscritos para que puedan disfrutar de la lectura.
Llevo ya un año dedicándome a escribir fanfics de Cazadores de Sombras, pero tengo otras historias guardadas.
La primera es: El Fantasma del Vallmont.

Está inspirada, ciertamente, en el colegio en el que he estudiado por años.
Cuando eramos pequeños, mis compañeros y yo, nos inventamos al fantasma ''Virginia''. Poco después, las compañeras, comenzaron a decir que en el vestuario femenino aparecía un fantasma.
Mi mejor amiga, a la cual se la conocerá en esta historia, Gloria, y yo, íbamos allí e ''invocábamos'' a aquel ente. Por supuesto, nada apareció.


Y la segunda historia es: El Beso de lo Oscuro.


Esta se me ocurrió en un juego llamado rol. Yo, ''roleaba'' a Katniss Everdeen(Los Juegos del Hambre-Suzane Collins-) Y mi personaje tenía amistad con William Herondale(Cazadores de Sombras; Los Orígenes-Cassandra Clare-) Al haber fantasía en el rol, Katniss, podía controlar el fuego, y William, era apodado ''El Chico de Hielo''.
Entonces se me ocurrió una historia en la que unos cuantos adolescentes pudieran manejar los elementos.
Yo, al querer que fueran seis, usé estos elementos: Fuego, Hielo, Agua, Aire, Arena/Tierra y el elemento ''oscuro''.


Les doy las gracias por leer lo que voy a publicar, ya que serán dos historias, y por capítulos.
Espero que les guste.

Un saludo,
Paula.